Las blue chips suelen ser recomendables para inversores que buscan estabilidad, ingresos pasivos mediante dividendos y menor volatilidad en su cartera.
Sin embargo, no siempre son la opción más rentable si se persigue un beneficio rápido o un alto rendimiento inmediato.
La clave está en elegir aquellas que repartan dividendos crecientes o estén infravaloradas, ya que así pueden generar plusvalías interesantes en el tiempo.