La rentabilidad bruta solo tiene en cuenta los ingresos anuales del alquiler en relación con el precio de compra del inmueble.
En cambio, la rentabilidad neta también considera todos los gastos asociados, como impuestos, comunidad, seguros y reformas.
Por ello, la rentabilidad neta ofrece una visión más realista del rendimiento económico de la inversión.