La primera ventaja es su potencial de rentabilidad, ya que suelen ofrecer un crecimiento superior al de las grandes empresas.
Además, presentan más oportunidades de encontrar compañías infravaloradas, dado que reciben menos atención por parte de inversores institucionales y analistas.
Esto puede permitir al inversor detectar negocios con gran potencial antes de que sean ampliamente reconocidos por el mercado.