La diferencia es si los intereses se reinvierten o no. Con el interés simple, siempre ganas intereses sobre tu capital inicial. Con el interés compuesto, ganas intereses sobre el capital inicial más todos los intereses que ya has acumulado.
Por ejemplo, con 1.000 € al 10% de interés simple, ganarías 100 € cada año. Con interés compuesto, el primer año ganarías 100 €, pero el segundo ya ganarías el 10% sobre 1.100 €, y así sucesivamente. Esa pequeña diferencia crea un efecto de “bola de nieve” que se magnifica con el tiempo.