Dejar la cartera estática implica no intervenir en su composición, lo que ahorra tiempo y comisiones, además de aprovechar tendencias alcistas en algunos activos. Sin embargo, a largo plazo puede generar un desajuste con tu perfil de riesgo. Rebalancearla periódicamente permite mantener la cartera alineada con tus objetivos, reduciendo fluctuaciones y riesgos excesivos.