La económica evolución del mercado influye directamente en el rendimiento de las inversiones, ya que factores como el crecimiento del PIB, la inflación y las tasas de interés pueden afectar el valor de los activos.
Un mercado en crecimiento suele favorecer la rentabilidad de las acciones, mientras que una recesión puede generar volatilidad y caídas en los precios.
Por ello, es fundamental mantenerse informado y diversificar la cartera para minimizar riesgos.